
JUEVES 21 DE AGOSTO DEL 2003 15:00
“Bueno, pues ya no puedo aguantar más,
el tendón me ha ganado. Dejo mis plegarias y deseos con mi
grupo y a Santiago con ellos de guía.
Buen camino!!”
JUEVES 21 DE AGOSTO DEL 2003 21:13
Bueno amigos, como veis Frank estaba muy dopado de tanta
pastilla. El dolor en su rodilla y el hielo que tanto afecta al cerebro,
sobre todo si se inhala, le ha jugado una mala partida. Esperemos que
se recupere.
Aunque viendo al de Albatera en el refugio de ayer, lo mismo se pasa
toda la vida en el camino de albergue en albergue fregando platos y
esperando su única oportunidad en la vida que sería la
de chofer tartamudo de un cura maricón.
Espero que lo de Frank sean tan solo los efectos secundarios del Diclofenato….
Al despertar esta mañana y estaban casi todos en pie y desayunados.
Frank con sus ejercicios de calentamiento. Semblante serio, gestos de
angustia y dolor a cada apretón de sus brazos en el muslo.
Buenos días, … Buenos días me dice él. Vaya
festival esta noche… cabrón.
Pues menos mal que me ha dado los buenos días.
Éstos ya están poniendo las alforjas…. Pues venga,
manos a la obra…. Desayunamos primero y luego ya veremos.
Voltarén, hielo y estiramientos. Esas son las consignas de los
próximos 60 kilómetros.
En la ETAPA Los primeros kilómetros han transcurrido muy amenos.
Risas tonterías y buen rollo.
A unos 8 kilómetros y pasando por el pueblo de Viloria, Frank
ya notaba un pequeño pinzamiento en su rodilla izquierda
15 kilómetros….. Belorado….. Hielo
5 kilómetros… Tosantos….. Masaje…… Hielo
un masaje perfectamente dado por quien escribe que ha terminado por
joderle la rodilla. Muchos pensarán que fue queriendo y con algún
fin maquiavélico. Pues fue sin ningún fin maquiavélico.
… por diversión tal vez.
300 metros…. Antes de Villanbistia….. fin de viaje para
Frank
A mitad de una cuesta liviana de asfalto, Frank se ha roto.
Esta vez no ha sido tan dramático como en la etapa anterior.
Desde luego sabíamos que Frank no podía seguir así.
Sus ganas y deseos se han truncado. Desde luego que se han quemado todos
los cartuchos que tenía para poder seguir en condiciones; para
poder llegar a Santiago.
Soluciones como la de ir a León y esperarnos un par de días
intentando solucionar lo de su rodilla o como la de tirar la bici y
comprarse una moto se han contemplado y descartado sin mucho esfuerzo.
Así que ale … pa casa.
Ole tus huevos Frank.
Frank en el bus y nosotros en bici nos dirigimos a Burgos. Allí
decidiríamos lo que ya estaba decidido.
En estos momentos y hasta el final, el camino sería ya sólo
para nosotros tres.
Tras unos kilómetros que si he de ser sincero no recuerdo más
que por los vaivenes de mis sentimientos hacia lo que le había
ocurrido a Frank, vino de nuevo la dureza y la grandeza del camino.
Una cresta muy pronunciada repleta de piedras, y luego otra seguida
de un bosque espesísimo de lo que Manolo llamó algo así
como Bleas, Acelgas o Bajocas, culminó en el alto de la Pedraja.
Desde aquí, una fantástica bajada ininterrumpida de varios
kilómetros rodeados de bosque y vegetación por todas partes
hasta su fin en el Monasterio de San Juan de Ortega.
Manolo ha sufrido una pequeña caída sin importancia al
llegar a unas trialeras que dividían el camino en varias opciones
y que desgraciadamente él ha elegido la mala.
La velocidad que cogíamos era importante. También yo he
temido en algún momento por mi integridad física aunque,
una vez más mi destreza y equilibrio así como mi prudencia
y mi ángel de la guardia me han librado de otro pequeño
inconveniente.
Parada obligada en el monasterio, cervecita, fotos y p alante.
Tras la bajada a Atapuerca aún tendríamos otro repechín
lleno de piedras que tenía su meta en la cruz de madera que indica
el alto de los Montes Leoneses.
Tras pasar prudentemente junto a un grupo de vacas que pastaban en el
camino (alguno entre los que me encuentro, más que prudentemente
pasó ……. las de Caín), nos dieron las dos
en punto cuando sonó mi teléfono.
Era Fran comunicándonos que la decisión ya estaba echada.
Que cogía un bus hacia Logroño que salía a las
3 de la tarde.
Faltaban en estos momentos unos 20 kilómetros para llegar a Burgos.
Afortunadamente todo era cuesta abajo así que decidimos (a pesar
de la distancia y las medias llevadas hasta ahora de 12 y 15 kilómetros
a la hora) el llegar a León a despedirnos de nuestro cuarto hombre
y recoger sus cosas para la cruz de hierro.
Allá salimos como alma que lleva el diablo lanzándonos
a la nueva proeza de llegar en menos de una hora a Burgos. A 20 kilómetros
por hora llegábamos en punto a nuestra meta, así que apretamos
un poco más por eso de la puntualidad. El caso es que llegamos
a menos cuarto a la puerta de la estación de autobuses. Extenuados
y hechos polvo por el esfuerzo nos gratificamos por poder estar unos
minutos con Frank.
Como hay un bus cada hora, he decidido el salir a las cuatro en vez
de ahora nos dice el cabrón.
Allí estaba él. En la puerta de las estación de
autobuses de Burgos. Con su Mallot rojo, su culotte azul y sus botas
de montaña, como siempre bollando el capó de un coche
y nosotros reventaos.
Justo frente a nosotros un bar. Quedaba como una hora para que se marchara.
Sacó entonces de su sucia y andrajosa cartera un pedazo de tabla
escrita y se la dio a Norberto. El me la dejó leer y esto es
lo que ponía:
“Te pido
Cruz de Hierro,
Por mi Anita, niñito, mamita, Celia, papa, papas de Ana, por
Manolico….. y por todos
Frank
Ana-? Cuida de el en el camino “
El cúmulo de sentimientos que me llegó
en ese momentos era tal que me lo quedaré solo para mí.
Norberto me dio la tabla para que la llevara yo y en mi alforja delantera
la llevo para dejarla donde corresponde… en la Cruz de Hierro.
Bravas, morcilla, tortilla de verduras, una pizzeta y chorizo a punta
pala fue lo que con unas cervezas sirvieron de despedida a Frank. Un
abrazo de cada uno y un “buen camino” con la pena de no
haber cumplido su deseo pero con la alegría de no verlo sufrir
más y de haber hecho todo lo humanamente posible por su grupo.
Olé tu lección.
Allí, en la puerta de la estación de autobuses nos despedimos.
Continuamos camino esta vez ya sin Frank. Nos dirigimos al centro donde
la impresionante catedral. El cansancio hizo mella y decidimos buscar
el albergue. El de Burgos fatal y estaba totalmente lleno así
que seguimos. A 5 kilómetros teníamos el de Villalbilla
y nos lo pasamos, a 9 el de Tardajos estaba completo así que
nos hicimos otros 12 kilómetros por si no eran bastante los que
ya llevábamos encima hasta acabar en este de Rabé de las
Calzadas.
Aunque solo somos 7 los que hemos llegado aquí, parece que somos
800 ya que en estos momentos que escribo son 4 los que están
roncando y pronto seremos 5.
Espaguetis a la boloñesa con unas ensaladas y yogur es la comida
que un árido y tórrido hospitalero nos ha preparado tras
soplarnos hábilmente y sin concesión 12,5 € en diversas
partidas a saber:
5 € Cama y ducha
5 € Cena
1 € Dar de comer y cobijo a la bici
1.5 € Desayuno
El monopolio es el monopolio. Lo pequeño del pueblo y entre cenar
a dos kilómetros o hincharte a banderillas (que es lo único
que había) en el multicentro-ayuntamiento-casa de juventud-bar-restaurante-discoteca,
pues eliges joderte y bailar en el albergue. Tampoco es ni tan caro
ni tan malo como para ponerte de mala ostia. Sobre todo porque te puedes
quedar sin cenar después d haberte hincado unos 80 kilómetros.
Así que aquí estoy terminando de escribir amenizado por
la filarmónica de Londres.
El lírico silbido de ruiseñor de Manolo hoy se ha convertido
en un grito de urraca parlanchina. La leve respiración forzada
de Norber, es ahora una agónica respiración asistida.
A los otros dos no los conozco pero ambos estarían englobados
en este cuarteto con algún instrumento de viento, presumiblemente
trombón y tuba.
Así que aquí termino. Me pongo los tapones y buenas noches.