
LUNES 18 DE AGOSTO DEL 2003 9:04
La noche ha sido un poco dura para mí. Me he
despertado unas cuantas veces ya que no me quedaba durmiendo. También
tenía la sensación de no haber descansado físicamente.
Afortunadamente al levantarme, he descubierto que me encontraba un poco
menos roto.
En la pastelería “La Taberna” en una calle del camino
que pasa justo por el centro de El Puente de la Reina. Nos tomamos tres
cafés con leche. El mío con leche caliente, los otros
dos fría. Norberto beberá un colacao preparado al estilo
de “Mía Mamma” que merece una descripción
un poco más abajo. Vamos a endiñarnos unas tostadas y
unos pastelitos para echarle glucosa al cuerpo. Yo me he ido por lo
típico y he pedido Torta de Txantxigorri que es una especie de
hamburguesa de pan con cositas por encima y con sabor a mazapán
y más seca que los pies de cristo. A ver como me sienta
Receta Mía Mamma:
Consiste este arte en batir previamente el cacao en una pequeña
dosis de leche. Tras un minucioso reparto del polvo en dicho elemento,
se consigue una homogénea textura que se armoniza con unas
graciosas pompitas de color chocolate. A continuación se
rellena el baso con el resto de leche fría. Conseguimos con
este protocolo un delicioso sabor y un perfecto buqué digno
de los mejores caldos. A veces también conseguimos cabrear
al camarero, pero esto es un riesgo que merece la pena por la elegancia
del gusto que mantendremos en la boca a lo largo de la jornada.
LUNES 18 DE AGOSTO DEL 2003 22:00
Muy poco queda para acabar este maravilloso día.
Tras un menú de peregrino compuesto de un revuelto de hongos,
un pollo al chilindrón y un melocotón sabrosísimo,
regado con vino con casera hemos decidido concluir esta jornada en Viana
que hasta ahora y dudo que pueda superarse, ha sido de lo más
interesante.
Comenzó la ETAPA con lo que antes he narrado y precisamente el
Txantxigorri no ha sido de lo mejor que me ha pasado.
Saliendo del Puente de la Reina por el margen izquierdo de la autovía
hemos comenzado una subida por un camino de tierra roja en la que los
cuatro hemos comentado lo mismo. “Cómo cojones se encargan
las Coplovich de jodernos un día tan bonito. Y es que y debido
a las obras por la mejora de la carretera, se han inventado un camino
durísimo donde empujar la bici era lo menos duro.
Después más y más subir hasta llegar al pequeño
pueblo de Cirauqui. En él, una maravillosa fuente que ha sido
al tiempo proveedora y baño de un agua fresca que salía
por dos caudalosos caños.
Un buen peregrino nos ha obsequiado con un folio que contenía
todos los perfiles de todas las etapas del camino que han hecho de Norberto
uno de los hombres más felices del mundo.
Frank, que ha llegado un poco más tarde, tampoco ha escatimado
en su felicidad pero por otro motivo diferente, “La Fuente”
donde se ha pegado un largo y placentero baño para deleite de
todos los espectadores que allí nos encontrábamos y que
hemos descubierto como el pudor y el decoro nada tienen que ver con
nuestro gran y michelinoso amigo.
Un largo y placentero recorrido por buenos caminos nos han llevado hasta
un recorrido por antiguas calzadas romanas cuyas piedras sueltas en
el camino hacían imposible el paso de las bicis.
El cambio de Frank se ha tocado un poco por los pedregales de Lorca.
A Manolo una de las cintas de las alforjas se le ha metido entre la
corona y los radios.
A partir de Estella todo son campos de trigo a ambos lados del camino
con subidas y bajadas continuas.
Un buen trago de vino en la Fuente del Vino de las bodegas Irache junto
al Monasterio del mismo nombre y seguimos camino con un poco más
de calorías y un poco menos de equilibrio.
En una de estas bajadas muy pedregosas y fruto de los saltos, de la
calzada romana, del camino pedregoso y de lo poco suelto que anda en
los temas mecánicos, a Frank se le ha soltado el porta alforjas.
La verdad sea dicha que el hierro que une el porta a la parte de atrás
de la bici era una autentica mierda y esto también ayuda a decantar
la parte de culpa hacia el azar.
Un puñado de bridas, un pulpo bien puesto y unos derroches de
imaginación han convertido a su bici en una de las maquinarias
ligeras más perfecta a este lado de los Pirineos.
Tras este parón de casi una hora, reanudamos camino Azqueta y
Vilamayor de Manjarín donde nos encontraremos una de las grandes
sorpresas que nos depararán esta aventura.
Pasado el pueblo de Azqueta y tras una fuerte subidas aparece de repente
en medio de la nada, una especie de construcción medieval muy
bien conservada con un bonito arco doble de medio punto que en un principio
parecía ser una iglesia. Al acercarnos encontramos una maravillosa
sorpresa. Una piscina cubierta escalonada hasta su base con un agua
cristalina pero extremadamente fría que nos hizo reflexiones
rápidamente sobre la urgencia de pegarnos un baño. El
Primero en meterse fue Manolo Brotons, el segundo Frank, el tercero
un servidor como último y más indeciso Norberto. Hay una
o dos bonitas fotos (bueno tres ya que una alemana nos hizo una foto
que andará por aquellos lares y quizás por algún
que otro foro en Internet) que ilustran este momento y que yo no detallaré
por prudencia o por no emitir palabras obscenas o jocosas ya que mi
pudor me impide escribir frases tan indecorosas como “en pelotas”,
“que te cagas”, “los huevos como tigres” o “muchísimo
mejor que un orgasmo en sábado”.
El caso es que como pudimos salimos del agua, nos pusimos las cositas,
montamos en las bicis y como nuevos reanudamos el camino.
Tras Villamayor unas bajaditas largas y profusas cargadas de viñas
a ambos lados.
En una de estas bajaditas de infarto de las que a mi me apetece rodar
rapidillo, en un despliegue de habilidad, destreza y equilibrio, me
he pegado una hostia que de no ser por mucha suerte (creo yo) o por
la divina providencia (creen otros) no me he hecho más que un
pequeño rasguño en el hombro izquierdo y una torcedura
en mi muñeca derecha que después no me ha molestado. La
bici, alforjas y dientes todos en su sitio.
Frank fijándose en mis tirabuzones y piruetas, en vez de en el
camino, también ha chupado suelo y Manolo en su premura e impaciencia
por salvarme la vida también ha resbalado y chupado alguna de
las zarzas que han frenado mi caída. Norberto, por su lado, no
se ha enterado de nada ya que mi acrobática maniobra de adelantamiento
le ha desconcertado un poco por lo que tuvo que frenar para no comerse
una viña que desafiante se dirigía hacia él.
Afortunadamente tan solo una pequeña avería en la cala
de mi pedal derecho ha enturbiado este fantástico milagro.
Nos lleva ahora el camino hacia una de las historias más interesantes
de las que los cuatro hemos vivido en el camino. Es aquí donde
hemos descubierto y valorado lo que sientes personajes tan distinguidos
como Miguel Indurain, el Papa, Jesulín de Ubrique, Yola Berrocal
o el Fari.
Llegamos al pueblo de Los Arcos. Unas calles totalmente desoladas, sin
ni tan siquiera unos riquelmillos que poder escupir, hacían presagiar
uno más de esas fantasmagóricas aldeas navarras por las
que hemos pasado.
Entramos por la calle mayor donde por fin encontramos algunos habitantes
que nos dieron el buen camino. Era llamativo no tanto el hecho de ir
vestidos de pantalón y camisa blanca con pañuelo rojo
como el de estar comiendo en plena calle. Una mesa puesta en un lado
del camino por donde nosotros debíamos circular, buscando el
poco sol que por aquella se filtraba.
Tras esta mesa otra y tras esta otra y otra más. En un momento
nos hallábamos rodeados de una marabunta humana del mismo color
e igual talante.
A alguien se le ocurrió gritar algo tan familiar como lo de Indurain,
Indurain. En pocos segundos una masa enfervorizada y encolerizada nos
ha aclamado durante muchos metros por aquella calle repleta de gente.
Todos deseaban tocarnos, abrazarnos, besuquearnos y hasta algunos nos
han pedido por favor que nos quedáramos esa noche.
Entre vítores a San Roque y a no se que Virgen nos han agasajado
e invitado hasta límites en los que nuestra cordura ha sufrido
verdaderas tentaciones de apalancarnos en aquel pueblo con sumo riesgo
de acabar con las expectativas de seguir con buen pie el camino.
Tras unas fotos para la prosperidad, un moscatel blanco de excelente
calidad y cantidad, un café, varios tipos de pasteles, un cubata
y unos chistes contados por un tal Miguel Urrieta (vasco de profesión
y garrafa de hobby) que han puesto un perfecto colofón a nuestras
andaduras por este maravilloso y acogedor pueblo.
VIVA LOS ARCOS
18 largos kilómetros nos separaban aún
del pueblo donde teníamos previsto nuestro alunizaje, Viana.
El moscatel hizo de las suyas y el camino hasta Sansol se hizo largo…..
muy largo.
Tras Sansol 11 km hasta Viana cogimos carretera y así fue como
el maloláctico se consumió dejando paso a una agradable
sensación de estar hecho una puta pena.
Frank en estos últimos kilómetros ha tenido una lesión
en la rodilla izquierda (la contraria a la que ya tenía tocada)
que le ha impedido incluso llegar en bici al refugio donde ahora espero
quedarme frito si unas apestosas zapatillas camineras me dejan.
Mención especial tiene un pequeño enfrentamiento o charla
sobre los objetivos de este viaje y el trazado de las rutas. Todos estamos
de acuerdo en todo y un pequeño conato de encolerizamiento por
mi parte (fruto, sin duda, del moscatel) ha sido subsanado con unos
brindis y unos vivas a Los Arcos. Vivan.
Chiste por Miguel Urrieta
Va un Gitano pidiendo trabajo de albañil y lo consigue ganando
15.000 ptas al día.
Comienza un Lunes (preguntarle a Norberto que lo sabe)