Así es.
viernes, 23 septiembre, 2005, 10:04 AM - De mi para mi
Entre los hábitos culinarios y las andanzas a lomos de las cebolleras caminamos más bien que menos ya desde tiempos de María Castaña Pilonga.
No corre el pepino sino vuela un enjambre de mandriles pescadores pero….
¡Que sabrán los mandriles de esto.!
Es de tener en cuenta lo del Morcón ¡Es verdad!
Tan solo hablamos de los monótonos (para los ajenos) temas que nos subyacen, que nos corroen, que nos embargan y que nos hacen el estómago trizas.
Es verdad. Somos monotemáticos y recalcitrantes.
Pero el hecho es que no podemos evitarlo, o por lo menos el que narra.
Tan solo me dejo llevar por mi pasión.
¡Lo siento!
Sin redimirme espero …pero Lo siento.
Y es que alguna vez me han dicho los más allegados eso de “¡Si te volcaras donde debes!”. Pues sí. Sería quizás el más rico o el más amado o el más bueno pero quizás no sería el más feliz. ¡Quizás!
Pero tienen casi toda la razón al igual que mi Morcón.
Somos Asina y lo que es peor, .. No tenemos la más mínima intención de que sea de otro modo.
Pero todo esto no es ni aleatorio ni intencionado ni buscado, no. Todo esto tiene una buena razón que supongo no coincida con la de los demás.
Soy así, y como sigue la canción “no lo he inventado yo.”
Dicho lo dicho y pecho lo hecho. A lo Pancho …. Villa, o lo que es aún peor, dame un uno, dame un dos y dame un tres y tendré un uno, un dos y un tres. Que aquí no hay más magia que la que arde.
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A Cuatro kilómetros
viernes, 16 septiembre, 2005, 09:10 AM - Con dos ruedas gordas
Viento como nunca, agua como siempre y un camino serpenteantemente empinado y peligroso, por los posibles vehículos que nos podíamos tropezar de frente, hizo del azar nuestro mejor aliado.
Las fuerzas estaban justitas y las birras esperando.
La bici de Chuache se desmembraba cada poco quedando su rueda trasera como un acordeón.
La escala del GPS nos erraba de situación pasándonos 400 metros de nuestra trayectoria.
Continuar sería una osadía que pocos nos habíamos planteado. El camino caía hacia el mar con un desnivel de vértigo, seguir por sendero con el temporal pasaría a ser de locos y volver sobre nuestros pasos, de tontos.
Y a mano izquierda ….. nuestro paraíso. “El Elgol Hall”
Tanta coincidencia estaba diciendonos algo, pero, ¿Qué nos decía?
Al sía siguiente la cosa seguía más o menos.
Un fuerte viento de noreste nos empujaba las alforjas hasta no dejarnos seguir.
La lluvia cortaba como cuchillas y el frío como martillo. El día estaba francamente mal y pintaban bastos.
Tan solo leves rayos de sol nos calentaba la sesera albergando ciertas esperanzas de aventura pero…..la suerte ya estaba echada.
Hicimos una cata pero… mejor no haberla hecho.
A cuatro kilómetros del paraíso, ¡de mí paraíso! A cuatro kilómetros de lo que tantas veces había estudiado, preguntado, leído y visto. A cuatro kilómetros de la bahía, ¡de mí bahía! A cuatro kilómetros de Camasunary.
Es cierto. Hicimos lo mejor que podíamos hacer como grupo. Es cierto.
Pero desgraciadamente aquella curva en el horizonte quedará grabada en mi retina junto con una lágrima y creo que en la de todos nosotros.
Ahora se lo que me quería decir.
Como se suele en estos casos
¡otra vez no será!
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