ENTRE RESTAURANTES Y PELUQUEROS
viernes, 01 julio, 2005, 11:05 AM - Critico de pacotilla
Ya es hora de plantarle cara a los caraduras.

No hay que dejar que nos pisoteen, que nos arrastren, que nos quiten lo que tanto y tanto esfuerzo nos cuesta.
A la carga con ellos, fuerte y a las corvas que es donde más duele.
Que me cobran 60 €.... a la cepa
Que me cobran 80 € ... a las rodillas

Y si no es así, no aprenden y siempre vuelven a caer una y otra vez en la tentación de cruzarnos la cara cada vez que les miramos.

La próxima vez que vaya al Joaquín le diré. ¿pero tú que te has creído? Te he pedido un plato de gambas no un préstamo.

Y es que antes cobraban un riñón pero ahora te cobran hasta la operación de quitártelo.

El problema de todo es que ésta es la única solución que nos queda, la de cabrearnos digo, ya que si lo que pretendemos es cambiar de “restaurant” la estaremos pringando.

Como se nos ocurra eso de … vamos a otro por descubrir nuevas cosas. Amigo…, la has jodido.
Llegaremos al susodicho con cara de pasmao y fascinados por la extraordinaria decoración de sus salones. Oiremos sorprendidos la cantidad de aceites que existen (incluidos los corporales) y de las 1500 formas de cocinar un boquerón. Nos seducirá el gusto a rábano confitado que tiene el paté de Madagascar a la puturrú persa del vinagre del Carpio y probaremos un sin fin de vinos que posiblemente cambien hasta la orientación sexual del toro bravo. Pero a la hora de la cuenta, patapán, los que cambiamos de orientación somos nosotros.
Nos quedamos más tiesos que la mojama, mirando a Flandes y con el rabo del toro hasta el esófago.

Pero bueno, como queríamos cambiar, pues nos jodemos y bailamos. No hay dolor o por lo menos está anestesiado. Hemos comido bien, hemos disfrutado de nuevos sabores a ajo, discutido, hablado, compartido y amado. Hemos cambiado y eso … se paga, pero bien pagao.

La desfachatez más grande es cuando decides ahorrarte unas pelillas. Preguntas por ahí, te dejas aconsejar por un bar que ha oído mi tía que sabe mi primo de valencia que se come por muy poco y encima te hacen el mejor suflé de higos chumbos que te has comido nunca.

Llegas como que te vas a comer a pavía. A pajuela, a reventar la panocha. Ponga ponga que ya le diremos cuando para.
En ese momento y como si de un complejísimo mecanismo electrónico se tratara, la cabecica del sudoroso hombrecillo que nos está sirviendo comienza un duro proceso matemático de incremento exponencial. Los platos de pollo a la brasa se convierten con el arte de Birle y Birloque en suntuosas fuentes de Faisán al horno, los de cordero en viandas del mejor cabritillo y el pulpo en suculentas fuentes de langostinos del mar menor. El vino envejece diez años y el suflé de higos se transforma en peras a la bella elena.
Acabas de cenar y lo que para el hombrecillo son manjares y manjares para ti tan solo son una manera de ahorrarte dos duros discutiendo, hablando, compartiendo y amando.

La cara se te dobla cuando te dicen la cuenta.

Estos no son caraduras, estos son ladrones.
A estos no hay que darles fuerte. A estos hay que matarlos.(al negocio me refiero)

Va por ti peluquero.


WELLCOME CHACAL, THANK BLUE BIRD
viernes, 24 junio, 2005, 11:48 AM - De mi para alguien
Afligido y cabizbajo por esos derroteros de nuestro padre Abrahan, se paseaba nuestro amigo Chacal sin otro motivo para la vida que la del dolor nauseabundo que por sus extremidades surgía.

Absorto en sus pensamientos y sentimientos veía cada vez más lejos aquel sueño que un día pudo rozar.

Engullido por una tarea fingida e inventada consistente en la protección a ultranza de su niña, pasaba nuestro personaje los días sin otra ambición que la venta del albaricoque congelao, la de la dieta del Häggen Dazs y la búsqueda desesperada del trifásico para su meritoria y anhelada resonancia.

Pero un buen día, a rebufo de los acontecimientos, pasó por el escaparate de una tienda y quedó enamorado de lo que vio. Su expresión cambió por completo. Los dolores quedaron sedados por un torbellino de sentimientos. Los colores volvieron a sus mejillas y a su vida. El azul pobló su sonrosado cuerpo apoderándose de todos sus rincones. Quiso sentirse vivo, quiso volver a nacer, volver a un estado que nunca debió perder.

Quiso quiso y sin darse cuenta le pasó lo que a todos los de nuestro género les pasa alguna vez, o más bien muchas veces. Le pasó eso que a los del sexo contrario les cuesta comprender.

Esa noche no durmió. No hizo más que darle vueltas a la cabeza de que debía ser suya. Sopesaba todos los contras aunque no había ninguno que superara la fuerza de su impulso. Nunca lo hay.

Al día siguiente todo era, aun si cabe, más confuso. Más traslúcido. La razón hacía acto de presencia y quitaba las sinrazones de lo espontáneo.

Pero todo estaba decidido. Estuvo desde el primer día que entró en sus pupilas aquel destello azul. Estuvo desde mucho antes quizás. Estuvo ya en el vientre de su madre. Estuvo antes de nacer su madre.

Por fin se la compró y contando sus billetes grapados uno a uno cogió su herramienta y la echó al coche.

Al día siguiente volvió a nacer.
Volvió a escribir
Volvió a ser el Chacal que estábamos acostumbrados.
Volvió la chispa de lo absurdo con lo normal, volvió la unión de lo real con lo ireal. Volvió simplemente Chacal.

Wellcome Chacal,
Thank Blue Bird





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