A Cuatro kilómetros
viernes, 16 septiembre, 2005, 09:10 AM - Con dos ruedas gordas
Viento como nunca, agua como siempre y un camino serpenteantemente empinado y peligroso, por los posibles vehículos que nos podíamos tropezar de frente, hizo del azar nuestro mejor aliado.
Las fuerzas estaban justitas y las birras esperando.
La bici de Chuache se desmembraba cada poco quedando su rueda trasera como un acordeón.
La escala del GPS nos erraba de situación pasándonos 400 metros de nuestra trayectoria.
Continuar sería una osadía que pocos nos habíamos planteado. El camino caía hacia el mar con un desnivel de vértigo, seguir por sendero con el temporal pasaría a ser de locos y volver sobre nuestros pasos, de tontos.
Y a mano izquierda ….. nuestro paraíso. “El Elgol Hall”
Tanta coincidencia estaba diciendonos algo, pero, ¿Qué nos decía?

Al sía siguiente la cosa seguía más o menos.
Un fuerte viento de noreste nos empujaba las alforjas hasta no dejarnos seguir.
La lluvia cortaba como cuchillas y el frío como martillo. El día estaba francamente mal y pintaban bastos.
Tan solo leves rayos de sol nos calentaba la sesera albergando ciertas esperanzas de aventura pero…..la suerte ya estaba echada.

Hicimos una cata pero… mejor no haberla hecho.
A cuatro kilómetros del paraíso, ¡de mí paraíso! A cuatro kilómetros de lo que tantas veces había estudiado, preguntado, leído y visto. A cuatro kilómetros de la bahía, ¡de mí bahía! A cuatro kilómetros de Camasunary.

Es cierto. Hicimos lo mejor que podíamos hacer como grupo. Es cierto.

Pero desgraciadamente aquella curva en el horizonte quedará grabada en mi retina junto con una lágrima y creo que en la de todos nosotros.

Ahora se lo que me quería decir.

Como se suele en estos casos
¡otra vez no será!





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