¡ A San Fermín venimos por ser nuestro patrónn !
viernes, 08 julio, 2005, 11:14 AM - Critico de pacotilla
¿Que coño ha pasado con los Toros?

Llevamos dos días de San Fermín y ni un triste empitonico.
Golpes y contusiones producidos por los Americanos que se quedan mirando a Irák mientras el toro pasa plácida y lentamente por su lado.

¿Dónde están esos Cebada Gabo que otrora sembraban de caos y desolación la curva Mercaderes-Estafeta mirando con mala ostia hasta el camarero del "Bodegón Sarriá" y dejando un paisaje de periódicos ensangrentados a su paso???

¿Dónde están esos Americanitos más blancos que la cal, con los huevos en el galillo y maldiciendo el día que Hemingway se le ocurrió acercarse a la isla de España?

Nos quitan lo mejor.

O es que te crees que nos levantamos a las 7:30, nos hacemos el desayuno, nos cargamos 27 viejos anuncios publicitarios que nos sabemos de memoria y oímos las patrañas de un comentarista igual de viejo que los anuncios para luego ver como en 2,10 segundos pasa una manada de mansos entre los que se mezclan 6 a los que les han puesto nombre?
Para eso están las olimpiadas.

Yo me levanto para ver sangre, para que al calvo le roce el pitón por la mejilla izquierda y al del Rayo Vallecano le pisoteen el cráneo. Para que no de abasto la cruz roja y para oir eso de "Hoy ha sido un encierro emocionante"

Me gusta oír las mezquindades de un comentarista maldiciendo a los patanes de los que no saben correr y defendiendo a los pastores en su afán de dar varasos a diestro y siniestro. Como se enorgullecen de tener el dispositivo sanitario más importante del mundo y al mismo tiempo la cobertura informativa necesaria para no perderse el más mínimo grito de dolor o el chorretón de sangre. Como se jactan de haber vivido el encierro más rápido y limpio de la historia mientras rememoran constantemente historias pasadas de cornadas cual de ellas con más trayectorias.

Y ahora le han puesto antidesliznte a la curva Mercaderes-Estafeta, doble vallado para los pijos de Estafeta y un nuevo adoquinado en la entrada al callejón.

Pero si lo que tendrían es que hacer lo contrario.
Volver a estrechar la entrada al callejón al tamaño de una puerta, hechar jabón al suelo de todo el recorrido, tapiar el recorrido para que nadie puediese salirse a la mitad y viajes gratis a todos los Americanos con problemas familiares y de alcohol.
Yo aún les quitaría cien kilos a cada uno de los toros y le hecharía de comer carne cruda pero me saldría de la tradición y no estaría bien visto.

Se cargaron el garrote vil y se cargan los San Fermines también.

¡Al tiempo!

ENTRE RESTAURANTES Y PELUQUEROS
viernes, 01 julio, 2005, 11:05 AM - Critico de pacotilla
Ya es hora de plantarle cara a los caraduras.

No hay que dejar que nos pisoteen, que nos arrastren, que nos quiten lo que tanto y tanto esfuerzo nos cuesta.
A la carga con ellos, fuerte y a las corvas que es donde más duele.
Que me cobran 60 €.... a la cepa
Que me cobran 80 € ... a las rodillas

Y si no es así, no aprenden y siempre vuelven a caer una y otra vez en la tentación de cruzarnos la cara cada vez que les miramos.

La próxima vez que vaya al Joaquín le diré. ¿pero tú que te has creído? Te he pedido un plato de gambas no un préstamo.

Y es que antes cobraban un riñón pero ahora te cobran hasta la operación de quitártelo.

El problema de todo es que ésta es la única solución que nos queda, la de cabrearnos digo, ya que si lo que pretendemos es cambiar de “restaurant” la estaremos pringando.

Como se nos ocurra eso de … vamos a otro por descubrir nuevas cosas. Amigo…, la has jodido.
Llegaremos al susodicho con cara de pasmao y fascinados por la extraordinaria decoración de sus salones. Oiremos sorprendidos la cantidad de aceites que existen (incluidos los corporales) y de las 1500 formas de cocinar un boquerón. Nos seducirá el gusto a rábano confitado que tiene el paté de Madagascar a la puturrú persa del vinagre del Carpio y probaremos un sin fin de vinos que posiblemente cambien hasta la orientación sexual del toro bravo. Pero a la hora de la cuenta, patapán, los que cambiamos de orientación somos nosotros.
Nos quedamos más tiesos que la mojama, mirando a Flandes y con el rabo del toro hasta el esófago.

Pero bueno, como queríamos cambiar, pues nos jodemos y bailamos. No hay dolor o por lo menos está anestesiado. Hemos comido bien, hemos disfrutado de nuevos sabores a ajo, discutido, hablado, compartido y amado. Hemos cambiado y eso … se paga, pero bien pagao.

La desfachatez más grande es cuando decides ahorrarte unas pelillas. Preguntas por ahí, te dejas aconsejar por un bar que ha oído mi tía que sabe mi primo de valencia que se come por muy poco y encima te hacen el mejor suflé de higos chumbos que te has comido nunca.

Llegas como que te vas a comer a pavía. A pajuela, a reventar la panocha. Ponga ponga que ya le diremos cuando para.
En ese momento y como si de un complejísimo mecanismo electrónico se tratara, la cabecica del sudoroso hombrecillo que nos está sirviendo comienza un duro proceso matemático de incremento exponencial. Los platos de pollo a la brasa se convierten con el arte de Birle y Birloque en suntuosas fuentes de Faisán al horno, los de cordero en viandas del mejor cabritillo y el pulpo en suculentas fuentes de langostinos del mar menor. El vino envejece diez años y el suflé de higos se transforma en peras a la bella elena.
Acabas de cenar y lo que para el hombrecillo son manjares y manjares para ti tan solo son una manera de ahorrarte dos duros discutiendo, hablando, compartiendo y amando.

La cara se te dobla cuando te dicen la cuenta.

Estos no son caraduras, estos son ladrones.
A estos no hay que darles fuerte. A estos hay que matarlos.(al negocio me refiero)

Va por ti peluquero.


LOS POLÍTICOS
viernes, 10 junio, 2005, 04:01 PM - Critico de pacotilla
Animales de tres cabesas, como diría Valdano, la primera audaz, la segunda locuaz y la tercera de definición desconocida más bien ambigua.

Son suaves al tacto, dúctiles y maleables. Por más que estiras nunca rompen y denotan un sexto sentido (que ellos llaman olfato y otros rostro) al vil metal. Visten de marca o los visten, zapatos Sebago y en muñeca un Oyster, no se cortan a la hora de pedir y jamás sueltan prenda. Cuando los ves de lejos nada más se les ve mandíbulas. De cerca solo dulzura y delicadeza. Pero quizás de las cualidades que más me han llamado la atención es la de su olor. Huelen muy bien.

Se les huele desde muy lejos. No hace falta ser ningún buen sabueso ni enólogo. Unos huelen a lavanda otros a campo y otros a virutas de papel pero tras este olor existe otro muy característico de la raza que no te lo puedes quitar de tu nariz. Es un olor parecido al bouquet de un buen vino. Quieto tan solo huele a tierra, cuando los agitas un poco comienza el festival oloroso. Cerezas, Vainillas, Tabaco, frutas silvestres, zarzamoras y una larga lista de olores jóvenes sin orden ni concierto que presagia un auténtico caos. Pero cuando comienza a tranquilizarse es cuando alcanza su máximo esplendor. El roble se revela contra la juventud de los aromas y se funde hasta alcanzar la orgía de su presencia y personalidad. Tan solo hay que disfrutar de este momento.

Tiene un pequeño inconveniente y es el de que hay que ir agitándolos poco a poco y durante mucho tiempo para que los taninos no amarguen y se pueda seguir disfrutando plenamente de sus cualidades.

Por lo demás son como nosotros. Unos más listos y otros más tontos. Unos más parlanchines que otros y otros más bárbaros que los Unos pero en definitiva nada más distante a cualquiera que la del poder que nos separa.

Ayer los vi de cerca y me di cuenta cuando los olí.



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