Todo surgió de la extraña
combinación que se produce al someter al Jamón a
altas temperaturas en un ambiente caldoso.
Al inglés como a tantos otros cuya cultura culinaria ha
sido, a lo largo de los años, relegada al triste destino
del olvido, le va el pecado cardinal de la gula. Y aquí
fue cuando Venancio y un servidor urgimos un tremendo y laborioso
plan donde nos jugamos varios bonobicis, la cartera y casi la
vida al intentar convencer de nuestra valía encima de una
bici.
Y como quiera que el gazpacho manchego de Venancio tiene la particularidad
de pegarse a las paredes del estómago y su sabor y textura
invita a repetir, esa fue la táctica seguida al preparar
una encerrona en nuestra querida Sierra Espuña, cocinando
un manjar al que los ingleses no tuvieron más remedio que
rendirse y la necesidad de volver a probar.
Y para que éstos supieran lo que estaban comiendo y debido
al parco vocabulario culinario que atribuyen, diose en llamar
a dicho manjar…. Pizza Water.
Al poco de aquella jornada recibimos de Simón y Africa
la alegre noticia que ya nos imaginábamos. El conjuro hizo
mella y el día 22 de Junio del 2007 partimos 4 personas
humanas en dirección a Suiza con un remolque repleto de
víveres, enreos, enseres y con un objetivo claro y rotundo……..
Asegurarnos la estancia en Suiza el resto de nuestras vidas…..para
nosotros y para nuestros hijos.
El viaje lo podemos considerar como un mero trámite del
periplo. No hubo nada de particular salvo lo que todos conocemos…..
Esos chistes escatológicos para romper el hielo, esa ventana
que misteriosamente se abre dejando escapar una atmósfera
in-crechendo, ese “hay perdona” por haberte metido
el pie en el omóplato o esas extrañas conversaciones
que se mantienen con figuras inmóviles que solo responden
a palmadas o silbidos.
Sobre las 7 de la tarde llegamos a la población de Le
Chable en el valle de Bagnol con las únicas fuerzas que
nos da la ilusión, unos bocatas de jamón, algunas
birras, el chupinazo de adrenalina que produce el reventón
de la rueda de remolque a 140 Km/h y la crisis de ansiedad del
grupo ante la posibilidad de perder el jamón, las dos cajas
de vino, el wiskie, el pacharán y la mistela en el control
de la aduana suiza.
Llegamos a casa de Lucy y Phill como “los primos de Mérida”.
Dejamos los carromatos aparcaos y fuimos a tomar unas exquisitas
pizzas en “rotbeaf” unos pacharanes y unas mistelas.
Y el sábado 23 nos levantamos preparados
para comenzar nuestro preconcebido plan.
A las 8 de la mañana comenzamos a preparar el jamón,
el desayuno continental a base de huevos, tocineta, unos pastelitos
de almendra y crema que Simón pilló en la panadería
cercana, café y ¿Cómo nó? Te para
los de Jalifax.
Había comenzado la seducción.
A las 10 ya estábamos con el kamel repleto de enseres,
la bici entre mis piernas y a falta del seguro de accidentes que
hábilmente y con más de mil vueltas conseguimos
hacernos por 40 francos en una oficina de correos. Colgamos las
bicis en unos ganchos que el autobús tenía en su
parte trasera y para Verbier, que el telecabina está enchufado
los fines de semana.
Al llegar nos sorprendió que aun estuviesen las bicis
en su sitio. ¡Si tan solo las habíamos atado con
un pulpo!... a buenas horas en España.
Bueno, para arriba en el telecabina con las bicis colgadas como
jamones.
Steve hace de guía. Se pone las protecciones, baja la
tija y surge el slogan que nos perseguirá a lo largo del
viaje…. ¡¡Si la tija del Steve ves bajar……….
pon tu bici en rebajas!!! Y sus correspondientes variables como……..
saca el Betadine y ponte a soplar!!! O ….. hinca las rodillas
y ponte a rezar!!!
Las primeras impresiones en una bajada “de trámite”
fueron radicalmente opuestas a lo que acostumbraba por mi tierra.
La bici era nueva por lo que tuve un periodo largo de adaptación
de unos 15 segundos, ya que el primer escalón se lo pimpló
la horquilla sin darme cuenta. Paré, miré hacia
atrás, y el medio metro, la pendiente, me miré hacia
abajo, descubrí una pequeña protuberancia que ya
declinaba y me hizo pensar sobre mi virilidad y sobre un problema
de eyaculación precoz de la que, y hasta el momento, no
me había dado cuenta.
Lo siguiente que me enteré ¡y valla si me enteré!
fue de una subida por pista rota y de inclinación vertiginosa
que me devolvió radicalmente a mis orígenes. Llegamos
al “Coll de Mines” con una pájara impresionante
que luego me explicaron debido al “mal de altura”
y bajo unos neveros descansamos y comimos algo.
Baja la tija Steve, pone protecciones y nos miramos…..
uy uy uy esto se pone “raro”
La primera es donde ya si le ves los límites a tu bici.
La “Vall d’Arby” es una bajada, para mí,
espectacularmente técnica. .. Es como tener 3 “senderos
salvajes” de Sierra Espuña unidos entres sí
y con pasos técnicos de “el mirador” en el
Valle (quién sepa de lo que hay en Murcia se imaginará).
Venancio da voltereta y cae sobre el GPS que le salva la vida
al calvo y muere en acto de servicio. A partir de aquí
Veni ya nunca será el mismo. (no sabemos si por la pérdida
del aparato o por la voltereta).
Reunión en el valle y otros rampones por pista ancha hasta
“Croix de Coëur” donde Lucy y Krister sustituirán
a Steve como guía.
Bajada rápida y vuelta al telecabina donde Lucy nos adentra
en el Kona Bikepark. Bufff. Lucy la primera, luego Steve y a rueda
servidor. Madre mía que vértigo pero no me arrugo.
Curva aquí, curva allá… maquillate maquillate.
Puente, salto, otro salto y yo haciendo lo que el de delante…….
El loco. Llego abajo y mis labios tocan las cejas. Miro a Steve
y me dice… ahí es donde me rompí la pierna
en dos pedazos hace cuatro años. ¡Mecagoenlamadrequemeparió!
La sonrisa se me frustra cuando veo en la pendiente a Afri tirando
de la bici y con la mano en el cuello. ¡Me he caído
en un salto! … Bufff se nos cae el alma al suelo. No parece
grabe y Toñi sigue montada. Bueno… un susto. Otra
vez al huevo y a afrontar la última del día.
La “Nut house” es una bajada desde la estación
de Verbier hasta Le Chable, vamos, desde los 3000 hasta los 700
metros de altitud, ratonera hasta decir basta y laaaarga larguíiiiiiiiiisima.
Unas rectas de 300 o 400 metros donde se cogen velocidades impresionantes
para ir encima de una bici de montaña, estrechas como dos
ruedas y rematando unas curvas de 180 grados con peralte suelto
que como te pasas……. Pues te pasas.
Nada más comenzar esta senda y en uno de sus sitios más
chungos de raíces y escalones y seguramente debido a mi
inexperiencia en el arte del patinaje, una raíz me escupió
más allá de la luz con el correspondiente ostión
que pudo ser más si me hubiese olvidado que tras la tormenta
viene la bici y en los 3,5 nanosegundos que pude pensar, alcé
las manos y me encontré con la herramienta que hábilmente
pude controlar. Aún así me tocó el costillar
y arrastré una pequeña molestia el resto del viaje.
A media bajada de esta “casa de locos” ya no tenía
frenos, a ¾ ya no tenía dedos y cuando terminó
no notaba más bajo del hombro. Lo mejor es que todos andábamos
igual…… lo peor….. que nos gustaba.
Madre mía lo que nos espera.
Ensalada de pasta y a dormir. Bueno, unas risas seguro que hubo
pero no me acuerdo de nada ya que la mistela ocupó todo
el occipital derecho que es donde tengo mi memoria.
El domingo nos despiertan 500 mil campanas de
una catedral que debe estar en mi habitación. El occipital
derecho sigue ocupado por un intenso dolor. ¿Dónde
estoy? En España creo que no porque tengo frío,
son las 6 de la mañana y hace un sol de muerte. ¿y
to ese verde?. Me levanto y me doy con la viga de la guardilla.
Bufff.
Desayuno continental y barritas energéticas del Jamón
pal Kamel y en marcha a las 11. Lucy viene con nosotros que ya
ha dado de desayunar a la tropa contratada y Krister espera en
el telecabina. Toñi ha preferido quedarse en la casa para
ver si el dolor de cuello remitía un poco. Hoy le tocará
andar con Judith.
En la estación de Verbier nos toca llaneo por la izquierda
pasando por un par de bonitos y oscuros túneles. Barrita
y …… Si la tija de Steve ves bajar….. ¡Esto
se pone feo! Protecciones y para abajo por unos escalones de piedra
que da gusto verlos… pero de lejos. Comienza la senda..
“Shoot the Bissé” en un barranco vertiginoso
con el valle de Bagnol a nuestros pies. Pronto se mete en un bosque
tupido de arbolicos de navidad cuyas raíces aparecen por
donde menos te lo esperas. Lucy por los suelos en un berenjenal
de troncos pero sin consecuencia y pronto una de tras de otra
lo que a la postre sería común en todas nuestras
salidas. Curvas de 180 grados peraltadas y estrechas y con unas
impresionantes y bonitas vistas al valle. Las veinte primeras
no tienes por donde cogerlas, las 20 segundas le vas sacando punta,
las siguientes veinte le coges el tranquillo y las 20 últimas
te caes en todas ya que vas reventáo y sin frenos.
Llegamos a Verbier más contentos que siete, otra vez al
telesférico y para arriba. Hacemos una variante del Kona
Bikepark que llegaba justo al bar para darle gusto a Venancio
con una cervecica fresca, más bikepark cruzándonos
con el grupo de ingleses que llevaba Phill. ¡Madre mía
que panda! Se caían como los tomates maduros.
Saludos que de buen educado, nos saludan como pueden para no
perder el equilibrio y afrontamos la última subida en el
huevo.
Luego pisteo de media hora y subida hasta un sendero que discurre
a lo largo de un riachuelo con preciosas vistas y que no era excesivamente
técnico. Luego la cosa se iba poniendo interesante. Venancio
descubre que ya no le quedan pastillas en su freno trasero por
lo que le toca apearse de la expedición (luego nos contó
que tubo que frenar hasta con la suela de las zapatillas y que
se pimpló más de 500 curvas por una pista pestosa
pero muy inclinada). A nosotros nos tocó la peor parte
jejeje. Afrontamos una última bajada llamada “Vertigo”.
Esta senda discurría por el vértice de un barranco,
entre llanuras inclinadas de hierva virgen que tapaba la senda
y curvas de tierra suelta que acababan en unos asquerosos canalones
de agua que nos paraban el ritmo y el equilibrio. A la media hora
ya no respondía mi freno trasero. A Simón tampoco
le funcionaba y andábamos más pendientes de los
canalones que de otra cosa. A los ¾ de hora mi muñeca
tenía la sensibilidad de un palo. A la hora y tras tres
resbalones con sus respectivas caídas me dije a mi mismo
conmigo que algo no andaba bien. La prudencia se adueñó
de mí y me hizo frenar la marcha radicalmente. Estaba reventao
a bajar…. nunca me había pasado.
Una vez bajo y ya alejado del tajo nos señala Lucy el
barranco por donde habíamos bajado. ¡No puede ser!
¡No puede ser! ¡No puede ser! Nos dijimos todos entre
risas y algún llanto.
5 Km. de carretera y otra vez en casa para conocer a la madre
de Phill, a su chica y unas lentejas que estaban de vicio y que
ésta (la madre) no pudo disfrutar por ser vegetariana,
antiajo, anticebolla y fea, así que tubo que conformarse
con unos tallarines y yo con su parte.
¿Cómo te encuentras Toñi?
Parece que algo mejor, me contesta Afri con los ojos mediopegaos.
Pues yo me acabo de dar con la viga de mi habitación.
Pues yo hoy me voy con vosotros aunque se me caiga la cabeza al
suelo…. ¡ahí está, con un par!
Hoy le toca a Phill hacer de guía y los remontes están
cerrados. El cielo está triste y hace un pelín de
frío. Comienza a llover y nos ponemos en marcha. ¡Aquí
son así!, no ves que inventaron los relojes.
Para arriba con el remolque hacia la montaña opuesta a
Verbier a “La cab de Brune”. El sitio espectacular,
el cielo daba miedo. Armamos las monturas, ponemos chubasqueros
y para adelante.
Comenzamos ruta por una senda preciosa pero dura de cojones.
Mitad al hombro mitad montad pero con unos paisajes increíbles.
Neveros, ríos, torrentes y con ese fondo espectacular de
nubes bajas. Luego pista de subida hasta “La Veya”
que es otra senda con un barranco impresionante de una sola caída.
Otra pista de subida hasta un telesilla y luego será todo
bajada. Primero pista muy rápida, luego entre vacas y toros
que miraban de reojo en una senda resbalosa por la lluvia y luego
por una senda espectacular con curvas peraltadas que hacían
del agua un mero trámite.
Otro gran día de bici y esta vez por lo más salvaje
de la montaña. No nos cruzamos con nadie en esta ruta que
bautizamos con el nombre de Heidi. Es cursi pero allí tienes
que serlo.
Africa en una crónica que realizó en Foromountainbike
la describió de la siguiente forma:
“Tengo el cuello mejor y decido salir,
pero está lloviznando ,hace un mal día y pensamos
que nos quedamos sin ruta pero nooooo,bicis al remolque y salimos
desde Brunet, hace un día de perros y la ruta nos han dicho
que es larguita.
Los chubasqueros parecen que empiezan a estorbar
en los primeros metros,comenzamos por un sendero que te quita
el hipo, todo está con niebla y no vemos el paisaje impresionante
que tuve la oportunidad de ver ayer, una pena, porque es orgásmico
,kms y kms de sendero ,cresteando en un incesante sube y baja,todo
está muy húmedo y la rueda nos da mas de un susto,
en algunas zonas nos toca empujar la bici,bajadas por praderías
repletas de flores, cascadas, cruzamos riachuelos ,ríos
, una preciosidad!!!!!
Phill nos dice que solo queda un poco de
sube y baja y una “subidita”…….menuda
subidita!!!
Un rampón por pista hasta un telecabina,
el tiempo nos ayuda y hay momentos que nos deja ver todo el paisaje.
Después de esta subida nos queda una bajada chulísima,
primero por praderías, una zona de vacas con caca de vaca
donde alguna nos enseña los cuerno
Yyyyyyy……yupiiiiiiiii, los toboganes, una zona de
curvas muy rápida lo mas parecido a estar bajando por una
pista de bobsleigh, es la primera vez que me quedo sin frenos
de tanto frenar, cuando llegas abajo la sonrisa te llega de oreja
a oreja, esto es el paraíso!!!
Para cenar, paellita preparado por Venancio
y Manolo, menuda estampa, intentando hacer una paella con leña,
en Suiza y lloviznando, menudas risas nos echamos, pero que rica
estaba ummmm.
Para rematar el día, nos vamos a pasear
al cementerio que hay junto a la Iglesia a pocos metros de casa,
otra historia para recordar,....en Suiza a las doce de la noche
Venancio, Maolico y yo paseando por un cementerio bajo la lluvia
y con tormenta eléctrica de fondo que te cagas y que lo
iluminaba todo.....un poquito macabro!!!!.....como molaba!!!!!
Jejeje”
Mucho mejor.
La paella que hicimos da para otra historia aunque lo resumiré
diciendo que no vuelvo a hacer ninguna paella en Suiza. Aquí
se hacen relojes y chocolate pero paellas no. Y es que hacer una
paella con paraguas y quemando los troncos de decoración
de Lucy…. como que no. Eso sí, risas hubo y hasta
desencajar la mandíbula y las cervezas volaron y nos hicieron
fotos y ¡Coño! Hasta salió buena y convertimos
a una vegetariana al canibalismo royendo el hueso del candil del
conejo y mira….. que sí, que si me invitan sí
la hago, que estoy deseando. ¡ay, la paella en Suiza! Pues
no dio vueltas. Como mi cabeza después de las cervezas,
el vino y la botella de Pedro Jiménez que me convirtió
en un improvisado traductor simultaneo de Venancio.
Al día siguiente no había muchas ganas de bici
por lo que decidimos darnos un descanso y tras darme un buen golpe
con la viga de mi habitación nos fuimos a Chamonix a ver
el ambiente e intentar subir en el telecabina de “Aiguille
du Midid” para ver los impresionantes glaciares y las vistas
del Mont Blanc. Nuestro gozo en un pozo y nos tuvimos que conformar
con ver un manto blanco en una webcam que deshizo la ilusión.
Nos conformamos con comer en el Mc’Donals y dar vueltas
por una bonita ciudad cuya característica principal es
que las bicis de descenso son utilizadas para callejear y saltar
bordillos y los márgenes de la carretera para que cienes
y cienes de autobuses del Inserso anden probando sus bastones,
mochilas y goreteses.
Vuelta a Le Chable donde una exquisita sopa de ajo puso fin a
tan azaroso día.
El miércoles levantó bien sobre
las 6 de la mañana, bueno, bien fuera de nuestra habitación
ya que dentro había manejada a fuerte manejada con trueno
y aparato eléctrico. ¡No se te ocurra encender la
luz Venancio que saltamos por los aires!.
La combustión del metano producido por la sopa de Ajos,
las lentejas, la paella y demás condumios hizo efecto en
algunos organismos que demostraron estar en perfecto funcionamiento.
Quedarse con todo eso hubiese sido perjudicial para la salud ..
por lo que ustedes perdonen … pero hicimos lo correcto y
tras el coscorrón de rigor, las barritas, cruasanes y demás
actos reflejos comenzamos este nuevo día.
Entre semana los remontes los abren por una hora en la mañana
y otra al medio día por lo que aprovechamos para subir
de nuevo a la estación de Verbier.
Hoy íbamos a pasar a otro valle…. El de Martignin,
que es la ciudad más importante de hay por allá
y que es cuna de unos extraordinarios vinos blancos de los que
luego dimos buena cuenta.
Para llegar tuvimos que portear bici una horita que nos mermó
las pocas fuerzas que la barrita, el cruasán de Simón
y el café con leche habían conseguido. Ya en la
cumbre solo quedaba bajar.
La senda serpenteaba por la ladera de una inclinada montaña
y desde lo alto divisamos la impresionante técnica de Phill,
la rapidez de Steve, la gallardía de Lucy y la ostia que
se pegó Simón sobre un montón de piedras.
Luego despacio y buena letra que la pendiente tuvo su miga.
Llegando a Martignin hicimos una pequeña parada en una
tienda de bicis donde Steve hizo algún negocio y 3 km,
que fueron 15 nos llevaron a un pueblecito minero donde hay habilitada
un telecabina y una montaña para hacer solo bici.
“The Beach” fue el nombre de la senda que escogimos
de entre las 4 que allí existían. Es una especie
de Bikepark natural con todos sus
componentes. Revolcones varios y vuelta a Martignin para coger
un tren que nos llevaría de nuevo a Le Chable en el gran
día de la “Pizza Water” y…. entre el
pacharán y la botella de Oporto que nos pimplamos comenzamos
a oir una palabra que no se nos olvidaría nunca…….
“Jackas”
Ya es Jueves y creo que están todos preparados,
No tengo puta gana de hacer bici hoy pero bueno, nobleza obliga
y hay que tragarse las ganas de querer seguir tumbado a la bartola.
Me levanto y me doy un golpe en la viga de la guardilla. Toñi
creo que tampoco está hoy para muchos trotes porque no
está desayunando cuando llego bajo con los ojos pegaos
a los labios.
Venga que a las 11 sube un bus al remonte y de ahí nos
vamos a hacer Jackas! Bufff que prisas. Me meto otra de esas barritas
de pipas de las de Simón y se me queda entre la nariz,
el paladar, tres dientes y el esófago. Intento ayudar con
café con leche pero eso no hay quien coño lo mueva.
Mal empezamos. Ostia el oporto como estaba de meloso. Buffff.
Ducha fría (bueno, fría fría no que aquí
con fría te amputan los dedos) y rápida y en solfa
que hoy tocan en clave de Sol.
Sin darme cuenta ya estaba yo en el teleférico de Verbier
compartiendo metro y medio con una guiri más blanca que
la cal excepto en sus cuartos traseros que los llevaba como el
mayot arco iris de la regularidad ya que regularmente iba cayendo
en cada bache, piedra, senda de aquella inmensa sierra. Nunca
había visto tanta variedad de colores en un mismo sitio
y tan poco espacio libre. Me contó que acababa de comprarse
protecciones y una historia muy larga de su ilusión por
venir a hacer bici aquí. Yo le pregunté si la ilusión
era por venir aquí sin protecciones a lo que ya no me respondió
ni me dirigió la palabra. Perdí una amiga pero me
reí mucho.
Al llegar a la estación conocimos la 3ª y última
de las 3 Patriot Rosa que existen. Veni se hizo unas fotos con
ella y …… lástima que no pudiera haber estado
Afri que seguro que le hacía mucha ilusión.
En fín que allá reunime yo con el resto de la tropa
para hacer, de nuevo el ganso.
La ruta discurrió como otras veces por la ladera izquierda,
pasando los dos túneles y llegando a “La Shoot the
Bisse” guiados, esta vez, por Steve ya que Lucy y Phill
curraban con los guiris.
Contrariamente a mi estado mental, el físico lo tenía
en perfecto estado de revista y lo que la vez anterior fue parte
montado, parte out, en ésta la bajé con una técnica
que superaba todas mis expectativas. Luego raíces, senda
rápida y pronto Steve nos presentaría la tan nombrada
como temida.. Jackas.
La senda comienza, por un pradico de vacas y toros saltando los
paravacas eléctricos y por lugares preciosos e idílicos.
Pronto la cosa se complica. Primero vienen 3 curvas de 180 grados
y con un peralte infernal de inclinación. Steve ni lo intenta
con lo cual, servidora ni lo sueña. La cuarta curva literalmente
era imposible; raíces, escalón, pino, curva izquierda
y un barranco de 200 m de caída libre. Fue difícil
hasta andando. Luego la cosa se va suavizando aunque siguen los
peraltes infernales. En una de esas Steve se esturea y patina
unos metros. No es cuestión de medirme. Todos sabemos que
cuando hay alguien en el suelo nuestra gallardía y hombría
no es de parar y socorrer sino todo lo contrario. Intentamos chafar
y ridiculizar el orgullo del biker caído pasando junto
a él y, si podemos…. silbando. Luego sí. Preguntamos
el ¿Cómo estás? Y todo eso pero tras …
“enseñar”. Pues este no fue mi caso, no, no..
le perdoné a Steve la vida… bueno, a mí también
me la perdoné ya que si lo intento no me hubiera caído
como él, no que va. Me hubiera caído … a lo
grande.
Luego la cosa será de machotes en grado superlativo. La
situación era de … senda de 30 cm., pared vertical
a la derecha y patio de mi casa a la izquierda. Los primeros 10
metros me dieron dos veces las bielas en la pared de la derecha.
Fueron los únicos 10 metros que hice montado. Bufff que
miedo pasé incluso desmontado. Los huevos en el galillo
viendo las secuelas de las avalanchas en aquel sitio. Árboles
amontonados en el fondo con piedras del tamaño de casas…..
espeluznante.
A partir de aquí la cosa comenzó a suavizarse un
pelín más. Ya la senda se hizo menos vertical y
peligrosa por lo que pudimos disfrutar sin temor a matarnos. Joder
con el Jackas… si tenía miga sí.
Nos tomamos unas cervezas en una terraza esperando al grupo de
Lucy con los que haríamos nuestra última senda en
Suiza.
Para despedirnos, que mejor que un rampón del 15 con rampones
del 17 y el 20. Pues nada, dicho y hecho. Teníamos que
coger altura y la cogimos. Luego barritas y bocatas de jamón,
juntamos en un risco con todo el equipo y comienza la “Silla
Arete”.. que es una senda súper divertida con una
alfombra de hojas secas que ocultaban ramas, piedras y demás
enseres. Un “bicho”…(llámese bicho a
los sucedáneos del ciervo, reveco y todas esas cosas que
solo he visto con Feliz Rodríguez de la Fuente) nos dio
un susto de muerte. Creíamos que había sido uno
de los del grupo de Lucy que caía a toda ostia por la vertical
del barranco. Afortunadamente eran del grupo de los “buenos”.
Ya me imaginaba yo a la rubia de la regularidad intentando ser
feliz en Suiza….
Bueno, la senda era divertidísima. Sin mucha complicación
por pedrosos o raíces pero rápida y con el manto
de hojas que hacía patinar la trasera como si fuera hielo.
Luego dirección a Le Chable donde unas cervecitas frescas
en “casa Lulú” nos esperaban como agua de mayo
(en la Vega Baja del Segura claro que esa expresión en
Suiza cambia debido a las avalanchas). Y allí estaba ella….
la rubia de la regularidad andaba con sus tornasolados por la
terraza de aquel bar. Pobretica.
Bueno… tortilla de patatas y ensalada murciana fue la última
delicatesse que les preparamos a los ingleses en esta aventura.
También cayeron varias botellas de vino y la de pacharán
quedó temblando.
El Viernes fue nuestro día de asuntos propios (de Venancio
y mío). Toñi se encontraba mejor de su cuello y
decidieron hacer una rutica desde el pantano de Mauvoisin a la
casa en Le Chable. Una ruta fácil pero muy bonita para
que Toñi se despidiera con un buen sabor de boca de esta
accidentada Suiza. Ella escribió en su crónica lo
siguiente
”Me levanto
un poco mejor y Steve me prepara una rutita ligth para que pueda
salir.
Manolo y Venancio se toman el día de descanso para hacer
compras para la familia.
Nos subimos todos hasta el pantano, al fondo se ven las montañas
de Italia.
Solo hemos quedado para montar en bici Steve,Simon y yo,vamos
a hacer una ruta fácil de bajada hasta Le Chable.
Vamos enlazando
senderos, una ruta sin mucha dificultad física,solo con
una alguna dificultad puntual ,bajamos tranquilamente, disfrutando
de el paisaje.
Nos cruzamos con un rebaño de cabras, solo faltaba que
hubiera salido Heidi y Pedro de entre los árboles y ya
hubiera sido total, son unas tres horas de bajada.
Una ruta que
me quita el mal sabor de boca por toda la historia del cuello.
Terminamos la
ruta con una buena cerveza pero esta vez en El Rosbif.
Esta es nuestra
ultima noche y Phill y Lucy nos preparan un banquete suizo, una
fondue de queso ,todo regado con un buen vino blanco de la zona,
un vino especial para la fondue ,que entra como si fuera agua
pero que pronto empieza a calentar la sangre, sorbete de fresas
silvestres ,tarta de queso y fresas y una especie de orujo de
pera para hacer la digestión.
Como no podía
ser menos no paramos de reir, nos reímos de la historia
del dátil ,de las yayas, del ajo y la cebolla, de los payoponis,
de las historias de Venancio subiendo al Mont Blant y las minas
antipersona que te encuentras en el camino,las traducciones simultaneas
de Manolo…….”
Nosotros acompañamos al grupo hasta el pantano donde nos
hicimos unas fotos y admiramos la particular belleza de aquel
entorno. Italia al fondo, un glaciar, la 2ª presa más
alta del mundo. Otro espectáculo.
Llevamos a Judith a la casa y nosotros al Verbier a comprar souvenir
para nuestros queridos y queso para el frigorífico.
Nos metimos entre pecho y espalda un “filete mignon”
que no se lo saltaba un gitano y una siesta a la española.
Luego el triste final. De nuevo al remolque todos los enseres.
Casi vacio ahora que ya nos lo habíamos comido todo. Amarre
de bici y sentimientos que esto acaba.
Lucy, Steve, Judith, Phill, Krister y las madres de Phill nos
prepararon una típica Founde Suiza con sus choricicos,
pataticas, panecico y unos vinos que entraban como el agua y salían
por peteneras. El ambiente ya era de despedida y se notaba. Muchos
agradecimientos por ambas partes y lágrimas en los ojos
de lo que había sido, no solo una gran aventura en bici,
sinó de convivencia, amistad, esfuerzo y, por que no decirlo,
gastronómica.
Últimos brindis a Suiza y por fin cayó la de Pacharán.
Risas y más risas y muchas más risas.
Al día siguiente tocaba viaje y tras
levantarme y esquivar la viga de mi habitación, me di de
bruces con la cruceta de la puerta del armario. ¡Si es que
le pillo el tranquillo tarde a las cosas!
Decir que para colofón de esta tórrida crónica,
que particularmente, ha sido una de las mejores aventuras que
he tenido en mi vida; que he conocido a gente fantástica
que son la esencia pura y, me atrevo a decir, la Base del MTB;
que he convivido con prototipos, complementos de dentro de un
año, proyectos de futuro que alguna vez verán la
luz; que he estado en epicentro de prueba y entrenamiento de grandes
de este deporte y ..... que he intentao llevarlo lo mejor posible.
Que he compartido ruta y vida con un monstruo llamado Steve y
se apellida Orange, risas y vida con la delicadeza y dedicación
de una supermujer (de Steve claro) llamada Judith y con una pareja
de anfitriones, Phill y Lucy que además de ser los mejores
biker que he conocido jamás han pasado a engrosar mi más
apreciada y querida lista…. la de amigos.
Y que he tenido buenísimos compañeros de viajes
con los que hemos compartido risas, muchas risas, miedos y algunos
gases. Y de los cuales me llevo un trozo de su mejor parte. De
Simón me llevo su experiencia y saber de este puto deporte
que me tiene embelesao; de Africa me llevo una chispa que deseo
que nunca se acabe y de Venancio, ay de Venancio, pues de Venancio
me llevo, además de los gases, a un gran (de grande) tío
con el corazón más grande quel sombrero un picaor.
Además me llevo un montón de experiencias, sentimientos,
cualidades, recuerdos y golpes que quedarán el resto de
mi vida en un rinconcito de mi cabeza que saltará cada
vez que vea una navaja multiusos, un reloj, a Federer, a Julián
Muñoz, una guardilla o simplemente se nombre la palabra
mágica……..SUIZA.
Receta
del Gazpacho Manchego